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COVID-19 y las urgencias de la comunicación digital


El mundo entero paró. Las puertas de los templos fueron cerradas y los bancos de las iglesias quedaron vacíos. Los bailes, las fiestas y los encuentros de amigos han tenido que esperar. En un abrir y cerrar de ojos, los hospitales se han ido llenando, las calles desiertas y silenciosas. Incertidumbre. Dolor. Aislamiento.

¿Dónde está la juventud? ¿Dónde está el pueblo de Dios? ¿Dónde están los intelectuales con sus cátedras y los predicadores con sus púlpitos irrenunciables? ¿Dónde está la multitud de líderes acelerados, competitivos e insustituibles?

Las redes sociales se tornaron la “casa común” para la humanidad, carente de contacto y cercanía. Todos están a la espera de consuelo, de una palabra amiga que los libere del miedo y de la inseguridad.

En este tiempo difícil, nosotros, apóstoles comunicadores, ¿Tenemos una palabra de esperanza y compasión para el mundo? ¿Conseguimos plasmar el color paulino en nuestra manera de estar en las redes? ¿O será que también nos rendimos al desespero y a la paranoia de las fake news?

En este contexto, vale la pena recordar las sabias palabras del papa Francisco, en su mensaje para la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2014: “En este mundo, los medios de comunicación pueden ayudar a sentirnos más cercanos unos de otros; a hacernos percibir un sentido renovado de unidad de familia humana, que impulse la solidaridad y al compromiso serio para una vida más digna. Una buena comunicación nos ayuda a estar más abierto y a conocernos mejor entre nosotros, a estar más unidos… La red digital puede ser un lugar rico en humanidad; no una red de cables, sino de personas humanas”.

El Facebook, el Instagram, el Whatsapp están poblados de preferencias existenciales. Basta una mirada desacelerada para percibir, dentro y fuera de las redes, una multitud angustiada y herida a la espera de afecto, ternura y compasión. “Cuando sabes llorar –dice el papa Francisco en Christus Vivit– entonces serás capaz de hacer algo, desde el fondo del corazón, por los otros”.

En cuanto “artesanos de comunión”, ¿Qué tenemos de bello y de profundo para ofrecer a los sufrientes de nuestro tiempo?

Traducción del portugués: José Miguel Villaverde, SSP

* Francisco Galvão es profeso temporal de la Provincia de Brasil, entre sus labores apostólicas, lleva una prolífera actividad escritora, con varios títulos en su haber, editador por PAULUS Brasil.

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